Reseña de «Diario de un activista (vegano)», de Óscar L. Sánchez
En septiembre de este año, Diversa Ediciones, casa editorial que ya cuenta con un amplio catálogo de literatura antiespecista, sorprendía al público con un nuevo título: Diario de un activista (vegano), de Óscar L. Sánchez. Nada más conocer su lanzamiento, en Veganografía no pudimos resistirnos. Así que aquí va su reseña.
Un libro solidario
Lo primero que quiero resaltar del libro no es su currada maquetación ni las argumentaciones antiespecistas tan punzantes que lo atraviesan (eso irá después), sino otro aspecto que nos habla directamente de su esencia: su compromiso con los santuarios; aquellos lugares que convierten la vivencia infernal de cientos de animales en esperanza. Lugares, en palabras del propio autor, que constituyen el “eje” del movimiento de liberación animal. Es por ello que todos los beneficios del autor y parte de los de la editorial que se logren con Diario de un activista (vegano) son destinados al santuario Fundación El Hogar, con quien Óscar mantiene un estrecho vínculo y en cuyas tierras se han cuajado muchas de las experiencias que nutren este libro.
La llegada del libro vino acompañada por una serie preciosa de marcapáginas de El Hogar, ilustradas por Laura PS, y en cuyo reverso se cuentan las biografías de los habitantes rescatados. Ahora regala una de ellas por la compra desde la tienda del santuario.
Una puesta en escena muy especial
Lo primero que generalmente se consulta de un libro es su índice, ese mapa temático que deja una primera impresión en quien lo lee y que le permite formarse expectativas. “Leer” el conjunto sin haber leído una página. El índice de Diario de un activista (vegano) es tremendamente original, porque combina el ensayo con un tipo muy distinto de escritura: la de diario. Una fusión muy atractiva entre el discurso y el intimismo que explota en un alegato activista persuasivo e inteligente.
La originalidad de la maquetación no se queda atrás con respecto a la del índice. Si os fijáis en la foto de abajo, sección en la que Óscar nos narra cómo son las vigilias, veréis que la tipografía ha cambiado a una fuente que imita a las máquinas de escribir y con una sugerente marca de agua con las líneas de escritura de una libreta y la espiral. Pero además, y esto es un detalle muy cuidado por Diversa, han anulado la paginación para que la sensación de estar leyendo un diario sea aún más inmersiva. Además, cada sección del diario está precedida por un par de fotografías que ilustran el tema del que se trata.
Vamos con el contenido
El libro está precedido por un impactante prólogo de Alejandro Palomas (premio Nadal 2018). Y hay que dar la enhorabuena porque no podría haber sido mejor inicio para una obra de estas características.
Criar para matar no es ecológico, ni natural, ni tampoco sostenible. Eso llega después. Ese es el maquillaje y el azúcar que amansa la conciencia.
Prólogo de Alejandro Palomas, pág. 12
Pero además, Alejandro reconoce que dar el paso al veganismo había sido una tarea pospuesta durante demasiado tiempo que la lectura de Óscar había convertido irremediablemente en algo impostergable. Y es que Óscar sabe con exactitud qué tecla tocar para remover conciencias e iniciar un cambio que, aunque sea individual, no es personal sino inherentemente político.
La primera dimensión que me gustaría remarcar es que esta obra contribuye con el movimiento de liberación animal en España porque proporciona datos nacionales. Son muchos los clásicos que hemos leído sobre veganismo y en su inmensa mayoría proceden de autores de la esfera anglosajona, por lo que la información tiene un sesgo geopolítico que se convierte en punto flaco en muchos debates de concienciación. A mí al menos me ha pasado estar sumergida en un debate con alguien negacionista del maltrato animal y solo venírseme a la mente datos estadounidenses, y la reacción era previsible: “en España no funciona así”, como si la industria ganadera no hubiera extendido sus ponzoñosos intereses en este país. Gracias al libro de Óscar, he podido hacerme con una despensa de datos, que se encuentran publicados de manera dispersa por varias organizaciones pero que él ha recopilado en este gran alegato, y que sin duda serán muy útiles en futuras interacciones activistas.
El segundo aspecto a enfatizar tiene mucho que ver con la psicología didáctica de Óscar, de la que se desprenden muchos años de compromiso con la causa animal, muchas conversaciones y una enorme empatía. Es verdad que Óscar no tiene pelos en la lengua y no le faltan agallas para quitarnos la venda y que nos horroricemos ante todo el entramado especista que permea nuestra existencia. Pero, y es esto lo que convierte a su libro en admirable, él es capaz de hacer todo esto desde la simpatía y la amabilidad. Porque sus crítica está siempre dirigida a los hábitos, nunca a las personas. Como nos recuerda en varias ocasiones, ¿quién es vegano de nacimiento? La mayoría de nosotras hemos sido criadas en un carnismo beligerante y ciego, y así hemos reproducido los mismos comportamientos especistas, mantenido las mismas costumbres de consumo y, en definitiva, repetido los mismos argumentos insostenibles que observamos ahora con el gesto torcido y frustrado en personas no veganas. Óscar transmite un mensaje muy claro: que nuestro orgullo no nos impida reconocer nuestro antiguo yo, ese que ahora vemos en personas desinformadas y aún no concienciadas. La de Óscar es una hermosa lección de humildad activista que me enamoró.
Y constato que este mensaje, acompañado de múltiples propuestas de ejercicios que consisten en alimentar la empatía de tu interlocutor poniéndole en la piel del animal no humano, funciona. Recuerdo que todavía no había terminado el libro cuando tuve una conversación sobre la equitación como forma aceptada de explotación, una descripción que no suele gustar porque habitamos una sociedad en la que la explotación, si acaso, se asocia con palizas. Pero los caballos se siguen pensando como una manera elegante de transporte y deporte que el animal te pide. Y de repente me encontré no en una conversación en la que perdía la paciencia (lo cual era muy habitual en mí), sino en una exposición calmada del problema que consiguió hacer cambiar de perspectiva a la otra persona. Y todo lo que hice fue poner en práctica, de manera inconsciente, consejos que Óscar regala en su libro.
Si tuviera que destacar dos leitmotivs de la obra, serían estos: la máxima de “sentir nos hace iguales”, que articula todo el libro, y la defensa de que «el uso siempre conlleva abuso». De hecho, ab/uso son dos situaciones tan interrelacionadas que la frontera real entre ambas no existe.
Tipos de ab/usos
Como podéis ver en el índice, Diario de un activista (vegano) aborda todos los temas posibles en los que los animales no humanos son ab/usados para nuestro beneficio y se convierten en una máquina de rédito que, cuando no da dinero, «da» una excusa para deshacerse insensiblemente de ellos. Agradezco de corazón que el autor haya dedicado una importante sección a las abejas y la miel en el capítulo «Consumo», porque suelen ser las grandes olvidadas y un tema en el que falta hacer hincapié. Yo desde luego desconocía, por ejemplo, que una cucharada de miel se traduce en el trabajo de 12 abejas durante toda su vida.
Sin embargo, el capítulo que me resultó más poderoso fue precisamente “Otros tipos de explotación”, donde el autor hila fino y saca a colación muchos tipos de especismos que, al menos en mi experiencia, no son tan comunes de encontrar. Óscar nos habla de la caza, los perros guía, los perros policía, la Asistencia Asistida por Animales, los animales no humanos en la industria del cine, los perros guardianes, el mascotismo y los piensos vegetales en perros y gatos, un tema controvertido incluso en el seno del veganismo. ¿Sabíais que la ONCE tiene un banco de semen de perros (“guía”) o que existe la caza por webcam para que la distancia no sea un obstáculo que se interponga al sadismo? El libro está repleto de datos escalofriantes como estos.
En definitiva…
… es una obra que se ha sumado a mi colección de clásicos desde la primera página. Una maravillosa contribución a la literatura vegana en lengua española que nos da herramientas para combatir la desinformación y, especialmente, para zarandear y sacar de la hipnosis en la que muchas personas se encuentran y que las impide desarrollar esa empatía con la que nacemos todas pero la educación nos la desgasta. Gracias, Óscar, por querer devolverle su brillo de nuevo.