Reseña de «Animales como tú», de Ismael López Dobarganes

A mediados de noviembre, Duomo Ediciones lanzó un libro que iba a revolucionar el corazón de muchas personas: a las no veganas, las conmovería y cuestionaría por sus hábitos; a las veganas, las reafirmaría en la justicia de la liberación animal. Me refiero al libro Animales como tú, escrito por Ismael López Dobarganes, un hombre que no necesita introducción porque es el cofundador, junto con Coque Fernández, de la Fundación Santuario Gaia… santuario conocido en todos los rincones del mundo antiespecista. En esta reseña, os hablo sobre este precioso relato que se hizo un hueco en mi corazón desde la primera página.

Una biografía de biografías

Así es como describiría la esencia de Animales como tú: un libro que narra la biografía del Santuario Gaia a través de las biografías de los cientos de animales rescatados durante los años que lleva luchando por ellos. Ismael nos narra todos aquellos momentos vitales que le fueron guiando hacia la compasión (sin peros) con los animales: desde una infancia en la que descubrió su relación especial con los animales, su militancia antitaurina en su juventud y, como él dice, aquella conversación con una taurina que le descubrió su hipocresía y, contrariamente a lo que esa mujer pretendía, lo hizo vegetariano. Su encuentro con un ternero encerrado en una granja fue el último empujón para adoptar el veganismo.

El Santuario Gaia comenzó fraguándose con una historia de amor entre Ismael y Coque, dos hombres que han puesto sus vidas al servicio del resto de animales. Los inicios fueron duros, como muy bien nos detalla Ismael. Allí donde veis que hoy el Santuario Gaia tiene la estratosférica cifra de más de 1 MILLÓN de seguidores en Facebook, Ismael nos da la lección de que la constancia siempre da sus frutos: el Santuario comenzó en un cobertizo para Ismael y Coque de 20 metros cuadrados sin agua ni luz, facturas que se pagaban con el propio hambre de muchos días, la dimisión de Coque de su trabajo porque faltaban brazos y aliento para cuidar a quienes más lo necesitaban, amenazas de muerte por parte de algunas personas del pueblo e incluso un asesinato entre los habitantes del Santuario provocado por cazadores furiosos. Porque estos no admiten que en el campo haya un lugar en el que se ame de verdad a los animales.

No son cifras, son historias

En una entrevista de Igualdad Animal a Sarah Pikering, esta dijo: «Aunque las estadísticas son relevantes, lo que las personas realmente recuerdan son las historias». Esto es lo que magistralmente hace Ismael en Animales como tú. Se convierte en el hombre que susurra a los humanos las historias más tristes, pero también las más bellas, de los animales explotados que ha tenido la valentía de rescatar y la bondad de ofrecerles una nueva oportunidad. Porque los animales, lo único que tienen de cifras, son esos crueles números impresos en sus crotales.

Y para que conozcamos mejor a los protagonistas de esta emotiva historia, en el libro se han incluido 55 maravillosas fotografías en blanco y negro. Además, al final encontraréis una lista con códigos QR que redirigen a los vídeos de algunos momentos evocados a lo largo del libro.

Arriba, Ismael rescatando a Samuel, el ternero que se convirtió en su mejor amigo.

Toda aquella persona que haya seguido de cerca las publicaciones en RR.SS. del santuario conocerá a los protagonistas de Animales como tú. La vaca Tina, a quien la porfiada industria ganadera maltrató en una de las inspecciones una vez a salvo en el Santuario y destruyó así todo el trabajo de rehabilitación psicológica que habían logrado Ismael y Coque. Lo destruyó, y lo destruyó para siempre.

Otro protagonista de esta oda a la vida es Samuel, el toro a quien Ismael describe como su mejor amigo y que no solo fue rescatado de la industria, sino que, hasta su fallecimiento en el santuario, ayudó a rescatar al resto de refugiados, como si supiera que Ismael y Coque necesitaban que se les echara una gran pezuña. Otra de las decenas de historias que Ismael nos relata es la de la cría de corzo Primavera, quien fue hallada con las extremidades amputadas porque con sus manitas muchos cazadores hacen cubiertos.

Y es que, como insiste Ismael reiteradamente en su libro, un santuario no es un lugar idílico. Sí, es un paraíso que saca del infierno a individuos inocentes y sufrientes, pero la gran mayoría están enfermos, sus cuerpos boicoteados por la industria, su memoria con heridas que tardan en cicatrizar y la confianza aletargada, esperando que un humano bondadoso le dé indicios para hacerla eclosionar. La imagen que un animal maltratado tiene de los humanos está contaminada por el pavor, la espera del castigo inmotivado, el fin del matadero.

En el Santuario Gaia se respira amor y esperanza, pero también se presencian fallecimientos y se quedan los corazones vacíos. La alegría y el luto son dos constantes que se suceden cíclicamente en este lugar donde se corrige la maldad humana.

Para quién está escrito

El libro de Ismael acomete la hazaña de no dibujar fronteras entre el público. ¿Lo puede leer un niño? Sin duda. Hay algunos detalles escabrosos, sí, pero es un texto de concienciación y enfrentamiento con la realidad; no opera mediante el trauma. Las historias son breves, el ritmo narrativo dulce y trepidante y el lenguaje con una ternura a la que, si tuviera hijos, querría sin duda que estuvieran expuestos; querría que supieran que detrás de todo el dolor, hay gente buena como Ismael, Coque y todas las personas voluntarias que hacen el santuario posible.

¿Lo recomiendo para un adulto vegano? También os doy mi rotundo sí. La realidad de los santuarios sigue teniendo esa pátina de idilio entre las personas veganas, pero Ismael nos cuenta con toda franqueza los sacrificios necesarios, el dolor que muchas veces se experimenta pero también cómo la euforia de cada nuevo rescate lo compensa todo.

¿Y qué pasa con las personas no veganas? Permitidme que aquí haga más hincapié. Si este libro es una joya para todos los públicos, considero que puede ser un despertar para las personas no veganas. Ismael habla desde el cariño, desde la profunda sensibilidad que se aprecia aún sin conocerlo personalmente. Tiene un don para narrar sin barreras artificiosas, de corazón a corazón, sin abrumar con datos pero removiendo con ética.

Animales como tú es un libro que no dudaría en regalar a ese familiar tozudo que cierra los ojos para apaciguar el malestar moral que le provoca mirarse al espejo vegano y ver su imagen devuelta. O a esa persona que sigue empecinada, porque la comodidad es más fuerte que la evidencia, en que los animales no sufren y, si lo hacen, su paladar va primero. O a ese amigo que no cree en la crueldad de la industria, sino en los casos extraordinarios y puntuales que no reflejan la realidad…

Animales como tú es…

un libro que se lee, si tienes gafas como yo, tras unos cristales empañados y mojados por lágrimas. He llorado mucho. Os juro que nunca había llorado tanto entre páginas. Eran lágrimas de tristeza, esas que salen cuando te enfrentas a lo que Ismael ha vivido y te cuenta con el alma desnuda. Pero también (qué irónica es la expresión humana), eran lágrimas de alegría y de esperanza porque, gracias al Santuario Gaia, hay individuos únicos y sintientes que dejan de ser números para vivirse a sí mismos y enseñarnos algo muy importante: «Soy un animal como tú».

Una obra antiespecista imprescindible con la que además, ayudarás al Santuario Gaia a seguir trabajando por los animales.